WWF calcula que un tercio de los cultivos al norte de Doñana son ilegales
Administración, científicos y ecologistas coinciden: Doñana se seca por culpa de los cultivos ilegales. Para poner freno a un desastre ambiental que ya está dando la cara, la Junta de Andalucía aprobó, con el consenso de los propios agricultores, el Plan Especial de la Corona Forestal de Doñana, también conocido como el Plan de la Fresa, en 2014.
Hoy en día, hay más de 11.000 hectáreas de cultivo al norte del espacio protegido. Según la Junta de Andalucía, un 15% de estos cultivos son ilegales y deben quedar fuera de la cartografía de “suelos agrícolas regables”.
WWF añade otro 15% de hectáreas irregulares, entre montes públicos transformados de zona forestal a agrícola, espacios protegidos, zonas “donde no se aprecia continuidad en el riego” desde 2013 y errores cartográficos (445 hectáreas).
En total, un 30% de los cultivos, unas 3.500 hectáreas cultivadas, serían ilegales. Según cálculos de la organización ecologista, eso supone una extracción ilegal de unos 15 hectómetros cúbicos de agua anualmente.
La Corona Norte es hoy en día una zona económica crucial para la provincia de Huelva y para Andalucía. El 80% de los cultivos de la zona son de fresas y otros frutos rojos. La producción de 300.000 toneladas de fresas de Huelva genera al año un negocio de 355 millones de euros y la provincia es a día de hoy la mayor zona de producción de fresas de Europa.
Una sobreexplotación del agua disponible no solo supone un desastre ambiental para un espacio protegido fundamental para aves migratorias y especies protegidas como el lince ibérico o el águila imperial, sino un “suicidio” para el negocio de la fresa.
El Plan trata precisamente de “establecer un equilibrio entre el desarrollo de la próspera actividad agrícola en el entorno de Doñana, y las consecuencias de esta actividad en el medio ambiente y fundamentalmente en las aguas subterráneas que inciden en el Espacio Natural”.
A pesar de que los agricultores aceptaron las condiciones del plan tras siete años de negociaciones, desde 2007 hasta 2014, ahora lo rechazan.
Cristóbal Picón, presidente de la Plataforma de Regadíos del Condado de Huelva, ha manifestado a este diario que el plan presenta “muchas deficiencias” y que van a intentar “salvar las máximas hectáreas posibles. Vamos a intentar modificar esas clausulas, porque, aplicando la ley forestal (de 1992, que prohíbe la recalificación de suelo forestal), se pierde un 30% de la superficie actual, donde llevamos cultivando más de 20 años”.
Como medida de presión, los regantes han organizado para el miércoles 6 de abril una concentración ante las puertas del Parlamento de Andalucía, reclamando la amnistía de parcelas que a día de hoy se encuentran en una situación irregular por encontrarse en espacio protegido o zona forestal.
Una amnistía “suicida”
Desde la Consejería de Medio Ambiente insisten: “se cumplirá escrupulosamente” con el Plan y no se cederá a las presiones de los regantes para amnistiar los cultivos ilegales. El director de WWF, Juan Carlos del Olmo, considera que “pedir una amnistía para los cultivos y los pozos ilegales es suicida”.
WWF le reclama a la Junta de Andalucía que aplique “cuanto antes” el Plan, ya que es “el único instrumento que puede poner orden en el caos de cultivos existente alrededor de Doñana, dar seguridad jurídica al sector, y asegurar la conservación del agua de la que dependen el futuro de la propia actividad agrícola en la zona y de los ecosistemas de Doñana”. Según la organización ecologista, la superficie de regadíos que se deben eliminar no son fincas enteras, sino partes de las explotaciones que han crecido ilegalmente en localidades como Lucena del Puerto o Moguer.
La Comisión Europea ha abierto un procedimiento de infracción contra España por la extracción ilegal del acuífero 27, que nutre el espacio protegido de Doñana, y por cuyo estado la propia Confederación Hidrográfica del Guadalquivir muestra su “preocupación”.
CSIC: “El agua de Doñana se está yendo a pique”
Carmen Díaz Paniagua, investigadora de la Estación Biología de Doñana que lleva más de una década estudiando las lagunas, asegura que “el agua de Doñana se está yendo a pique a marchas forzadas, porque nunca se ha organizado de manera sostenible. En Doñana casi todo son lagunas temporales, pero hay una serie de lagunas de larga duración, que no se secaban todos los años y que son muy importantes para especies que tienen mucha necesidad de agua. Pues bien, hay lagunas grandes, las permanentes, que están dejando de serlo. Eso está ocurriendo porque hay una bajada del nivel freático que impide que se llenen las lagunas y tengan una duración normal”.
El origen de esa bajada del nivel freático hay que buscarlo, según la experta del CSIC, tanto en el crecimiento urbanístico de Matalascañas, con sus campos de golf, como “en el crecimiento del sector de la fresa”. La zona más afectada, señala Paniagua, es la del norte, donde se encuentran las zonas de cultivo y donde el nivel freático baja hasta los 16-20 metros, descendiendo así hasta un nivel que impide que las lagunas se recuperen. “Antes, con un buen año de lluvia, se recuperaba el sistema. Ahora si tras un año de lluvias, llega uno normal, no se recupera. Como no hagamos una política de gestión del agua, nos quedamos sin Doñana”, sentencia.